la cadena Buba Gamp con mil millones de tipos de gambas de Forrest Gump:
su chinatown:
su Golgen Gate Bridge:
su Lombard Street:
sus trenes de cables...
pero la ausencia de mujeres empezaba a ser preocupante. Después de comernos un pan relleno de crema de cangrejo en el puerto, decidimos ir a hacer lo que mejor se nos da: encetarnos a cervezas. La primera parada la realizamos en un local pegado al mar, en el cual tocaban música en directo (cosa muy frecuente y agradable en estos lugares). Después de esto, empezamos a caminar hasta llegar a un restaurante llamado HOOTERS. Madre del amor hermoso, virgencita de la Macarena, señor ten piedad, Cristo ten piedad, que puto sitio. Cuando entramos allí yo pensaba que estaba muerto y que después de todos esos años de mi infancia en los que mi gordura me había hecho objetivo de mofas y escarnios del resto de niños, Dios me había premiado con mi Valhalla particular compuesto de un local con cerveza de barril, alitas picantes (las cuales agradeció al día siguiente mi almorrana en especial) y camareras pechugonas con unas tetazas como la cabeza de Marco. ¡Qué pechugas! Ni en el Carrefour había visto yo tanta carne junta. Esas mujeres... que digo mujeres... ¡esas Diosas! nos traían las bebidas cogiendolas entre esas mamas exuberantes haciendo que nos supieran a gloria bendita. Yo me enamoré un par de veces, y Fermín diez o quince. Sigo diciendo lo que dije antes de salir: si el día antes de coger el vuelo de vuelta a Madrid me meten un tiro y dejo un cadaver en los USA, yo ese día seré feliz.
Tan eufóricos con el viaje que se os ha olvidao la historia del tutú, en ni una foto sale el portador del día de este increible atuendo!
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